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El chismorreo es siempre una confesión personal de malicia o imbecilidad, y los jóvenes no sólo deberían evitarlo, sino que mediante la cultura más completa deberían liberarse de toda tentación de entregarse a él. Es un asunto bajo, frívolo y, con demasiada frecuencia, sucio. Hay barrios rurales en los que hace estragos como una plaga. Las iglesias se dividen en pedazos a causa de ella. Los vecinos se enemistan de por vida. En muchas personas degenera en una enfermedad crónica, prácticamente incurable. Que los jóvenes la curen mientras puedan.