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He investigado las atrocidades cometidas por el ejército japonés en Nankín y en otros lugares. Los relatos verbales de testigos oculares fiables y las cartas de personas cuya credibilidad está fuera de toda duda ofrecen pruebas convincentes de que el ejército japonés se comportó y sigue comportándose de una manera que recuerda a Atila y sus hunos. No menos de 300.000 civiles chinos fueron masacrados, muchos a sangre fría.