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Todo hombre debería estudiar la concisión al hablar; es un signo de ignorancia no saber que los discursos largos, aunque puedan agradar al orador, son la tortura del oyente.
Todo hombre debería estudiar la concisión al hablar; es un signo de ignorancia no saber que los discursos largos, aunque puedan agradar al orador, son la tortura del oyente.