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  • En torno a la tumba siempre ronda la idea de una quietud ininterrumpida. Es un puerto donde las tormentas de la vida nunca azotan, y las formas que han sido sacudidas en sus olas rozantes yacen tranquilas para siempre. Allí el niño se acurruca tan pacíficamente como siempre yació en los brazos de su madre, y las manos del trabajador yacen quietas a su lado, y el cerebro del pensador se acurruca en un misterio silencioso, y el corazón roto de la pobre muchacha se empapa en un bálsamo que extrae su dolor secreto, y está bajo la custodia de una caridad que cubre toda culpa.