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La extensión del poder que ofrece un poni, la facilidad y rapidez de movimiento, el aprovechamiento de un valor insospechado, la satisfacción de colaborar con otra criatura y de controlarla para mejorar la colaboración, la alegría de mimarla -de quererla- fueron, desde los ocho hasta los dieciséis años, los placeres más plenamente realizados de mi vida.