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El sueño americano se ha convertido en una sentencia de muerte de monotonía, consumismo y fatalismo: una venta de garaje donde lo mejor del espíritu humano se troca por comodidad, obediencia y baratijas. Es inequívocamente absurdo.
El sueño americano se ha convertido en una sentencia de muerte de monotonía, consumismo y fatalismo: una venta de garaje donde lo mejor del espíritu humano se troca por comodidad, obediencia y baratijas. Es inequívocamente absurdo.