-
De repente me di cuenta de que no era yo quien buscaba a Dios, sino Dios quien me buscaba a mí. Me había convertido en el centro de mi propia existencia y estaba de espaldas a Dios.
De repente me di cuenta de que no era yo quien buscaba a Dios, sino Dios quien me buscaba a mí. Me había convertido en el centro de mi propia existencia y estaba de espaldas a Dios.