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Cuando era más joven era mucho más polémico y didáctico, mucho menos confiado. Intrínsecamente, mi propia visión del mundo se entretejía con los personajes. Además, mis inquietudes cambian. Lo que ocurre es que escribes unas cuantas obras y te encasillas en una idea de cuáles son tus preocupaciones y sobre qué se supone que debes escribir.