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El Tribunal Supremo tenía la opción no sólo de decidir a favor o en contra de los derechos del matrimonio homosexual, sino también de decidir cómo. Podrían haber dictaminado sólo federalismo, diciendo: "Esto no es un asunto federal; no es un asunto federal en absoluto. Los estados deben decidirlo". O podrían decidir sobre la base de la igualdad de protección y decir: "La discriminación gay está mal".