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  • El sistema capitalista tiende a reducirlo todo a una especie de fetiche mercantil, y este orden tiende a promover expresiones de género y sexualidad extremadamente convencionales y uniformes con el fin de promocionar determinados productos y opciones de estilo de vida que se comercializan. Esto implica necesariamente una capitulación ante la heteronormatividad o, en el caso del nuevo movimiento gay, una "homonormatividad" que no se aleja mucho del paradigma heterosexual. Cualquiera que cuestione estos valores normativos y convenciones es objeto de desaprobación, hostilidad o incluso violencia.