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El juego es un lenguaje universal. Da una sensación de alegría por estar vivo. Es una de las cosas más sanas que tenemos en nuestra cultura. Cuando jugamos, regalamos alegría a los demás. Los momentos felices y alegres en familia son una fuerza unificadora. Aumentan la cercanía y los sentimientos positivos. Aumentan la lealtad al equipo familiar. Todos se relajan y se sienten más vivos. El amor surge cuando nos divertimos juntos.