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  • Desde la juventud hasta la mediana edad, y a menudo hasta pasada la mediana edad, la mayoría de los hombres suelen estar demasiado ocupados en la lucha de la vida como para prestar la debida atención a la fuerza del cuerpo. Pueden hacer diariamente lo que consideran una cantidad suficiente de ejercicio, pero el ejercicio no está calculado para mantener los diversos miembros y músculos, y menos aún los órganos internos, en buen estado de funcionamiento. En medio de las preocupaciones ordinarias de la vida, el hombre puede parecer fuerte, incluso robusto. Pero cuando se presenta la ocasión de realizar algún ejercicio muscular especial, o de forzar la acción de algún órgano, descubre su debilidad.