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La extraña pero demasiado común transformación de la mujer artista de productora por derecho propio en sujeto de representación constituye un leitmotiv en la historia del arte. Confundiendo sujeto y objeto, socava la posición de la mujer artista individual al generalizarla. Al negársele su individualidad, deja de ser productora para convertirse en un signo de la creatividad masculina.