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Odio los pantalones. Es algo que he heredado de mi padre. Él despreciaba los pantalones, y a mi madre nunca se le permitió llevarlos en casa. Ahora estamos hablando de una época diferente, en la que el hombre mandaba mucho más en casa. Pero yo sigo pensando lo mismo, y ni a mi madre ni a María se les permite salir conmigo en pantalones.