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  • La mayoría de los animales se dejan ver poco. El oso pardo pesa entre doscientos y doscientos kilos de petulancia. No necesita esconderse. Si fuera una persona, se reiría a carcajadas en restaurantes tranquilos, se pondría la ropa equivocada en ocasiones especiales y probablemente jugaría al hockey.

    Craig Childs (1997). “Crossing Paths: Uncommon Encounters with Animals in the Wild”, Sasquatch Books