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El Zen adopta la postura contraria: sostiene que la verdadera realidad es la unidad fundamental de mente y materia, espíritu interior y mundo exterior. Cuando la vida se ve en estos términos, no puede haber éxito o fracaso, felicidad o infelicidad; la vida es un todo, y tú eres simplemente parte de él. No hay dualidades, por lo tanto no hay nada de qué preocuparse. El resultado es una tranquilidad perfecta.