Cuando era joven pensaba en la amistad como una cuestión de lealtad total y preferencia inmutable, y a menudo me decepcionaba. Pero de adulto me di cuenta de que era más bien la refracción de una fidelidad y una alegría totales de las que todos teníamos alguna noción primordial. El intercambio de confianza y la experiencia de comprensión entre dos personas era como una señal o un testimonio de la posibilidad de un cariño, una comprensión y una comunicación eternos.