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Nos presentamos ante Dios para rezar por los desaparecidos y los muertos, y por quienes les amaban... Nuestro propósito como nación es firme, pero nuestras heridas como pueblo son recientes y sin cicatrizar y nos llevan a orar... Este mundo que creó es de diseño moral. El dolor, la tragedia y el odio son sólo para un tiempo. La bondad, el recuerdo y el amor no tienen fin, y el Señor de la vida sostiene a todos los que mueren y a todos los que lloran... Ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las potestades, ni lo presente, ni lo futuro, ni la altura, ni la profundidad pueden separarnos del amor de Dios.