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A los estadounidenses les gusta hablar (o que les hablen) de Democracia pero, cuando se les pone a prueba, suelen considerarla un "inconveniente". En su lugar, hemos optado por un sistema autoritario disfrazado de democracia. Pagamos un dineral por una enorme broma de gobierno, dejamos que nos mangonee y luego nos preguntamos cómo han llegado ahí todos esos gilipollas.