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Lo mismo ocurre con la Pascua. Era divertido, cuando era niño, bajar las escaleras para encontrar dulces de temporada debajo de cada plato, pero de nuevo, con el paso del tiempo, y la sombra de la muerte sobre nuestro roto círculo familiar, he visto la Pascua como la más alta necesidad. Para que la esperanza florezca, más vale que sea verdad.