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Todo eso que has oído de que Estados Unidos no quiere luchar, que quiere mantenerse al margen de la guerra, es un montón de estiércol de caballo. Tradicionalmente, a los americanos les encanta luchar. Todos los verdaderos americanos aman el aguijón de la batalla. Los estadounidenses juegan para ganar todo el tiempo. No me importaría un carajo un hombre que perdiera y se riera. Por eso los estadounidenses nunca han perdido -y nunca perderán- una guerra, porque la sola idea de perder les resulta odiosa.