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¿Qué es, entonces, ese sentimiento incalculable que priva a la mente del sueño necesario para la vida? Un mundo que puede explicarse incluso con malas razones es un mundo familiar. Pero, en cambio, en un universo repentinamente despojado de ilusiones y luces, el hombre se siente un extranjero, un extraño. Su exilio no tiene remedio, ya que se ve privado del recuerdo de un hogar perdido o de la esperanza de una tierra prometida. Este divorcio entre el hombre y su vida, el actor y su escenario, es propiamente el sentimiento del absurdo.