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Cuando Dios obra en nosotros, la voluntad, al ser transformada e insuflada dulcemente por el Espíritu de Dios, desea y actúa, no por compulsión, sino como respuesta.
Cuando Dios obra en nosotros, la voluntad, al ser transformada e insuflada dulcemente por el Espíritu de Dios, desea y actúa, no por compulsión, sino como respuesta.