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A la hora de acostarme entré en mi habitación y apagué la luz. No me desnudé. Me tumbé en la cama y miré las estrellas por la ventana. Leí en un libro que las estrellas pueden llevarte a cualquier parte. Nunca he querido ser astronauta por culpa de los cascos. Si estuviera en la Luna o en la Vía Láctea, querría sentir las estrellas alrededor de mi cabeza. Me gustaría tenerlas en el pelo, como en los cuadros de los dioses. Me gustaría sentir todo el cuerpo en el espacio, el vacío y los puntos de luz. Así es como deben sentirse los bailarines, las bailarinas y los acróbatas, sólo por un segundo, esa libertad.