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  • Deja que el artista tenga lo justo para comer y las herramientas de su oficio: no le pidas nada. Haz materialmente la vida del artista lo suficientemente miserable para que no sea atractiva, y nadie se dedicará al arte excepto aquellos en los que el demonio divino sea absoluto.

    Clive Bell (1958). “Art”, Perigee