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El cristiano no concibe su morada en la Tierra con colores más deliciosos que el sectario jainista. No ve en ella más que un tiempo de triste prueba; piensa también que su verdadera patria no es de este mundo.
El cristiano no concibe su morada en la Tierra con colores más deliciosos que el sectario jainista. No ve en ella más que un tiempo de triste prueba; piensa también que su verdadera patria no es de este mundo.