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La verdad no cambia según nuestra capacidad de digerirla emocionalmente. Una paradoja superior confunde tanto la emoción como la razón, y hay largos periodos en la vida de todos nosotros, y de los santos, en los que la verdad revelada por la fe es espantosa, emocionalmente perturbadora, francamente repulsiva. Testigo de ello es la noche oscura del alma de algunos santos. Ahora mismo, el mundo entero parece estar atravesando una noche oscura del alma.