Tengo un nuevo nombre para el dolor.
¿Cuál?
El Obliterator. Porque cuando tienes dolor, nada más puede existir. Ni el pensamiento. Ni la emoción. Sólo el impulso de escapar del dolor. Cuando es lo suficientemente fuerte, el Obliterator nos despoja de todo lo que nos hace lo que somos, hasta que nos reducimos a criaturas menos que animales, criaturas con un único deseo y objetivo: escapar.
Un buen nombre, entonces.