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Cuando observo un animal salvaje o natural, no veo las plumas de las alas, sólo las cuento. Veo formas excitantes, combinaciones de colores, patrones, texturas, comportamientos fascinantes y un sinfín de posibilidades para hacer fotos interesantes. Considero el cuadro como un ecosistema en el que todos los elementos están interrelacionados, son interdependientes, están perfectamente equilibrados, sin recortes ni partes desaprovechadas; y ahí reside el atractivo del cuadro; en un mundo de caos, el cuadro es un pequeño rectángulo en el que el artista puede crear un universo ordenado.