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Un fracaso sigue siendo un fracaso sólo si nos negamos a aprender de él. Cualquier situación que nos enseñe mayor humildad, sobriedad, sabiduría sobre uno mismo y los demás, responsabilidad, perdón, profundidad de reflexión y una mejor toma de decisiones -que nos enseñe lo que es verdaderamente importante- no es un fracaso definitivo. A veces, lo que consideramos un fracaso en el momento en que ocurre, en realidad sirve para fomentar un cambio en nosotros que crea un éxito aún mayor en el futuro.