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En cierta ocasión, un hombre saltó desde el último piso de una casa en llamas en la que ya habían perecido muchos miembros de su familia. Consiguió salvar la vida, pero al caer golpeó a una persona que estaba abajo y le rompió las piernas y los brazos. El hombre que saltó no tuvo elección; sin embargo, para el hombre con los miembros rotos él fue la causa de su desgracia. Si ambos se comportaran racionalmente, no se convertirían en enemigos.