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  • Escribí a casa para decir lo bonito que era todo, y utilicé palabras y frases floridas, como si estuviera viviendo la vida en una tarjeta de felicitación, de esas que llevan una cinta de raso, y corazones y rosas acolchados, y de las que se espera que sean tan preciosas para la persona que las recibe que el fabricante ha colocado una hoja de plástico en el anverso para protegerlas.