-
Si nos proponemos actuar en armonía con las leyes del Bien, nos elevamos por encima de todas las demás leyes y nos convertimos en una ley para nosotros mismos; colaboradores de Dios y ayudantes de la naturaleza. Nuestro es el privilegio, nuestra la pérdida, si no logramos vivir de acuerdo con nuestras posibilidades más elevadas.