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  • Me di cuenta de que si quería comprender la singularidad y la profundidad del amor de Dios por mí, tenía que separar mentalmente mis relaciones con las personas de mi relación con el Señor. El amor de Dios nunca debe distorsionarse ni disminuirse comparándolo con la amistad o el amor de cualquier ser humano que me haya defraudado, rechazado, traicionado o mentido sobre mí.