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Yo proveo a mis propios ángeles y demonios. Existo en una playa pedregosa, que baja en olas hacia un océano protector. Un perro ladra; un niño llora; el día se hunde y se convierte en noche. Nunca podrás asustarme. Ningún ser humano podrá asustarme nunca más. Tengo una oración que me repito en absoluta quietud: Que venga un viento a agitar el océano y el sofocante crepúsculo. Que un pájaro venga del agua y haga estallar el silencio con su llamada.