-
Cualquier hombre que defienda el progreso tiene que criticar, descreer y cuestionar cada elemento de la vieja fe. Tiene que razonar punto por punto cada rincón de la fe imperante. Si después de un razonamiento considerable uno es llevado a creer en cualquier teoría o filosofía, su fe es bienvenida. Su razonamiento puede ser erróneo, equivocado, equivocado y a veces falaz. Pero es susceptible de corrección porque la razón es la estrella que guía su vida. Pero la mera fe y la fe ciega son peligrosas: embotan el cerebro y convierten al hombre en reaccionario.