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Parece descabellado, incluso absurdo, culpar al orden económico mundial de la persistencia de la pobreza severa en países gobernados por evidentes matones y sinvergüenzas.
Parece descabellado, incluso absurdo, culpar al orden económico mundial de la persistencia de la pobreza severa en países gobernados por evidentes matones y sinvergüenzas.