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  • La preocupación es antimonopolio. Si estás preocupado, no confías en algo: en tus hijos, en sus amigos, en extraños, en la Iglesia, incluso en Dios. ¿Puede Él cuidar de tus hijos? Por supuesto. Jesús dice: 'Te digo que dejes de estar ansioso y preocupado por tu vida'. Bastante directo. Deja de preocuparte. Es más fácil decirlo que hacerlo, ¿no? La preocupación pone a prueba tu confianza, así que entrégale tus hijos a Dios y deja que Él cuide de tus bebés cuando tú no estés. Él lo hace muy bien.