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La ropa no es más que una hoja de parra. Y los cuerpos que hay debajo no son más que otra capa de ropa, un traje de carne con un exterior de cuero poco práctico, en varios tonos de rosa, amarillo y marrón. Sólo las almas son reales. Visto así, no puede existir el malestar social, la timidez o la vergüenza. Basta con saludar al alma compañera.