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Siete años después de empezar a escribir una novela, empecé a perder la cabeza. Acababa de cumplir treinta y siete años, se acercaba el final de 2008 y no dejaba de darme cuenta de lo poco que había conseguido.
Siete años después de empezar a escribir una novela, empecé a perder la cabeza. Acababa de cumplir treinta y siete años, se acercaba el final de 2008 y no dejaba de darme cuenta de lo poco que había conseguido.