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  • El rico y dulce olor de los almiares llegaba hasta la ventana de su habitación; los cientos de perfumes del pequeño jardín de flores que había debajo aromatizaban el aire de los alrededores; los prados de un verde intenso brillaban bajo el rocío matutino que relucía en cada hoja al temblar en el suave aire: y los pájaros cantaban como si cada gota centelleante fuese para ellos una fuente de inspiración.

    Charles Dickens (1838). “The Posthumous Papers of the Pickwick Club”, p.52