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Y cuando ha entrado, como quien no encuentra lo que busca, sea lo que sea, grita y aúlla para salir de nuevo; y no contento con acechar por los pasillos, y deslizarse alrededor y alrededor de los pilares, y tentar al órgano profundo, se eleva hasta el techo, y se esfuerza por romper las vigas: entonces se arroja desesperadamente sobre las piedras de abajo, y pasa, murmurando, a las bóvedas.