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Al abrir de nuevo los ojos y ver la cara de su marido al otro lado de la mesa, se inclinó hacia delante para darle una palmadita en la mejilla y se sentó a cenar, declarando que era la mejor cara del mundo.
Al abrir de nuevo los ojos y ver la cara de su marido al otro lado de la mesa, se inclinó hacia delante para darle una palmadita en la mejilla y se sentó a cenar, declarando que era la mejor cara del mundo.