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  • Alguna bestia médica había revivido el agua de alquitrán en aquellos días como una buena medicina, y la señora Joe siempre guardaba un suministro de ella en el armario, teniendo una creencia en sus virtudes correspondiente a su repugnancia. En los mejores momentos, me administraba tal cantidad de este elixir como reconstituyente de elección, que era consciente de ir por ahí oliendo como una valla nueva.

    Charles Dickens (1861). "Grandes esperanzas", p.18