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  • Un modesto toque en el timbre disipó por fin sus temores, y la señorita Benton se apresuró a entrar en su propia habitación y se encerró en sí misma, a fin de conservar esa apariencia de haber sido tomada por sorpresa que es tan esencial para recibir cortésmente a las visitas, y esperó su llegada con el semblante sonriente.

    CHARLES DICKENS (1871). "EL MISTERIO DE EDWIN DROOD, EL RELOJ DEL MAESTRO HUMPHREY, Y CUADROS DE "BOZ"", p.218