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Las implicaciones de la ecología para el capitalismo son demasiado trascendentales para que el capitalista las contemple. Los plutócratas están más apegados a su riqueza que a la Tierra en la que viven, más preocupados por el destino de sus fortunas que por el destino de la humanidad. La crisis ecológica actual ha sido creada por unos pocos a expensas de la mayoría.