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  • Me complace como un puñetazo no creer más en un dios que declara pecado la razón, que no elige muchas cosas nobles y grandes y sabias, sino que ha elegido las cosas viles del mundo, las cosas tontas, las cosas débiles y las cosas que no lo son. Un dios que puede elegir a sus compañeros en la eternidad y prefiere a Jerry Falwell y Tammy Bakker antes que a Albert Einstein y Marie Curie. Ya no soy un tonto por amor de Cristo. Y no tengo más ganas de ser oveja que de ser tonto. Es posible sacar una justificación para imponer tu voluntad a los demás, simplemente llamando a tu voluntad la voluntad de Dios.