Como músicos suele ser difícil. Vas a una cena y la mayoría de la gente te trata como si fueras un animal exótico, como si no tuvieras problemas, como si todo fuera fantástico y glamuroso, como si te levantaras por la mañana, echaras a las groupies de la cama, rodaras por el suelo sobre una aguja que te llena de una sustancia preciosa, rodaras por la cuneta, miraras fijamente a la luna y saliera una poesía preciosa. El hecho es que eso son tonterías. Es mucho trabajo duro.