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Voy a Praga todos los años si puedo, valoro mis relaciones allí como oro, y me siento en cierto modo checa, con todas sus esperanzas y necesidades. Es un pueblo al que no sólo quiero, sino que admiro.
Voy a Praga todos los años si puedo, valoro mis relaciones allí como oro, y me siento en cierto modo checa, con todas sus esperanzas y necesidades. Es un pueblo al que no sólo quiero, sino que admiro.