-
En nuestra Richmond hay mucho fanatismo, pero sobre todo entre las mujeres. Tienen sus reuniones nocturnas y fiestas de oración, donde, asistidas por sus sacerdotes, y a veces por un marido gallina, derraman las efusiones de su amor a Jesús, en términos tan amatorios y carnales, como su modestia les permitiría usar un simple amante terrenal.